Marianela Mirra saltó a la fama como la ganadora de la edición 2007 de Gran Hermano, un reality que marcó un antes y un después en la televisión argentina. Nacida en una familia normal en San Miguel de Tucumán, la joven trabajaba en un bar y drugstore frente al Sanatorio del Parque, en el corazón de la ciudad. Quienes la conocían por entonces coinciden en que su belleza era innegable, sin embargo, también recuerdan su carácter áspero, que no la hacía precisamente la persona más amigable del lugar. Nadie imaginaba que esa chica estaba a punto de convertirse en un fenómeno nacional.
Su ingreso a Gran Hermano en 2007 revolucionó Tucumán. La provincia entera se volcó a apoyarla, y los votos llegaron en masa para mantenerla en la casa más famosa del país. Pero no todo fue espontáneo: el entonces gobernador José Alperovich, una figura poderosa y controvertida, jugó un rol clave en su triunfo. Es que el mandatario destinaba fondos públicos para repartir tarjetas de carga de celular entre la población, incentivando a los tucumanos a votar por Marianela en las instancias decisivas del programa. Con ese respaldo masivo y una traición estratégica a Diego Leonardi, uno de sus mejores amigos en el juego, al nominarlo espontáneamente, Mirra se alzó con el premio mayor y ganó $100.000 pesos de ese momento. La final alcanzó picos de 50 puntos de rating, y la tucumana se convirtió en la reina del reality.
El triunfo la catapultó a la fama instantánea. Marianela pasó de atender un bar a ser una celebridad, con tapas de revistas y apariciones en programas de televisión. Sin embargo, su estrellato nacional fue efímero. Aunque intentó mantenerse en los medios porteños, no logró consolidarse y pronto regresó a Tucumán, donde comenzaron a surgir historias que la vinculaban sentimentalmente con Alperovich. Los rumores de un romance entre la joven y el gobernador, casado con Beatriz Rojkés, exsenadora y figura influyente del kirchnerismo, alimentaron las especulaciones, aunque nunca se confirmaron oficialmente.
En el medio, también se la vinculó con Fabián Santoro, un conocido productor teatral que tenía fama de Playboy. Ellos negaron la relación pero se los vio a los besos en la disco Zebra de Villa Carlos Paz.
En 2014, Marianela volvió a los titulares por un escándalo que la enfrentó con Jorge Rial, el entonces conductor de Intrusos. Rial la acusó de “zorra tucumana” tras hacer públicos mensajes privados en los que, según él, Mirra le exigía un trabajo a cambio de favores. El cruce escaló hasta la Justicia, y el enfrentamiento marcó un punto bajo en la carrera mediática de la ex Gran Hermano. Años después, en un gesto inesperado, Marianela le pidió disculpas públicas, buscando cerrar un capítulo que la había dejado expuesta y desgastada.
Ahora, en 2025, Marianela Mirra volvió a ser noticia por un giro inesperado y polémico. Según reveló Jorge Rial —quien parece no perderle el rastro—, la ex ganadora de Gran Hermano visita regularmente a José Alperovich en la cárcel de Ezeiza, donde el exgobernador cumple una condena de 16 años por abusar sexualmente de su sobrina entre 2017 y 2019. Las románticas cartas que Alperovich le habría escrito desde prisión, expresándole gratitud y amor, y las apariciones de Mirra como su “visitante autorizada” han desatado una ola de especulaciones. Para muchos, esta relación es el último sostén emocional de un hombre de casi 70 años, con graves problemas de salud, que enfrenta además una causa por enriquecimiento ilícito junto a su esposa Beatriz Rojkés. La Justicia investiga si el exmandatario, aún multimillonario, acumuló una fortuna incompatible con sus ingresos públicos.
¿Hay un arreglo económico detrás de esta lealtad? Marianela lo negó tajantemente en sus redes sociales, asegurando que ama a Alperovich y que su vínculo trasciende cualquier interés material. “Esto es de casi toda mi vida, no soy prostituta, no tengo asociación ilícita”, escribió, defendiendo una relación que, según ella, tiene raíces profundas. Sin embargo, las dudas persisten: mientras el patrimonio de Alperovich está bajo la lupa y su salud se deteriora, Mirra se mantiene a su lado, como una figura enigmática que pasó de la gloria televisiva a protagonizar uno de los capítulos más oscuros y controversiales de la crónica tucumana.
De aquella joven atractiva pero distante del drugstore a esta mujer que desafía las críticas por amor o lealtad, la vida de Marianela Mirra está llena de claroscuros. Su historia, marcada por la fama fugaz, las traiciones y los secretos, sigue siendo un reflejo de cómo el poder, el dinero y la exposición mediática pueden entrelazarse en un destino que lleva a perder todo tipo de moralidad.